18.8.08

Fuente: CO2 (http://antonuriarte.blogspot.com/)


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Wall-e
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Dando codazos a padres y aplastando niños conseguí el otro día una butaca para ver la película de Wall-e. Allí estaba él, Wall-e, mi juguete preferido de este verano (anunciado cada diez segundos en los programas de la mañana), correteando por una Tierra de metal y polvo, aséptica pero divertida, sobre todo cuando desde una gigante nave espacial llega la robota Eva, limpita, coqueta, de diseño apple y en plan exploradora.
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En ese trasatlantico espacial, que creo se llama Axiom, se han tenido que refugiar los humanos, todos obesos y obesas, torpes y medio bobos, ya que en la Tierra, debido a su glotonería y consumismo ya no queda una brizna de materia orgánica. Y han mandado a Eva a que explore, por si las cosas han cambiado en la Tierra y encuentra alguna lechuga o alguna planta verde y pueden volver a ella.
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Creo que es una voz en off la que cuenta entonces en tono compungido que en la Tierra se produjo hace años una gran desgracia: se acabó la fotosíntesis. La voz en off nos cuenta a los niños que la fotosíntesis era un proceso maravilloso que consistía en que al regar una semilla con agua crecía una planta.
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Como yo ya no me paso todo el día chupando el tete, me enfadé y me fui, porque sé que no todos en la Tierra estamos tan gordos como los humanos de la peli y además sé que ser gordo y disfrutar con la comida no es lo peor que le puede pasar a uno en esta vida, como en esta peli de la Disney cuentan. Y me enfadé aún más porque no cuentan la verdad de la fotosíntesis y se callan que el factor CO2, mi amigo, tiene un papel esencial en ella. Y, si no, vean esta otra: